Se cometen un sin fin de errores en la crianza
de los hijos en el nombre del amor.
Tales como darles todo lo material que ellos
piden y que en realidad no necesitan o brindarles una sobreprotección asfixiante.
Con mucha frecuencia me encuentro en el
consultorio con padres que le dicen a sus hijos –no te dejes
de nada ni de nadie- y en realidad no saben el daño inmenso que le
hacen a sus vástagos. Están criando un ser humano prepotente, arrogante,
soberbio y altivo ante sus semejantes. Pasamos el límite de una autoestima sana
a la prepotencia.
Lo que en realidad están haciendo como padres
ante este modelo de crianza es “Dar para
apoyar la propia autoestima”, ¿Cómo es esto?; una persona que no se siente bien consigo misma intenta compensarse
demostrando que puede ser un buen padre o una buena madre. Dar
para compensar con creces la privación anterior: una frase muy común en los
padres es "no quiero que mi hijo sufra todo lo que yo he sufrido". Dar
para aliviar la culpa y la incomodidad: a veces las frustraciones del niño
llevan a los padres a revivir sus propios fracasos y dolores y esto hace que se
sientan incómodos y hacen que el niño o adolecente se ahorre esas frustraciones
haciendo por él lo que ellos podrían haber hecho.
Hay que dejar que los hijos luchen sus propias batallas y que ellos sean
quienes salgan victoriosos o derrotados, esto es lo que realmente nos ayuda a
crear y fortalecer una buena autoestima en el individuo. Ayudarlos cuando en
realidad la ocasión lo amerite. De lo contrario, puede llegar a suceder que los
niños que en su infancia han sido muy queridos, se han sentido tan abrumados
que cuando son adultos tienen miedo a una relación estable, una relación que
les absorba. La cuestión no está en educar bien o mal a un hijo, los padres que
quieren a sus hijos desean su felicidad, pero hay que saber diferenciar si lo
que intentan conseguir es la felicidad del hijo o la suya propia.
bien dicho por eso esta lleno de mocosos pedantes
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