Es muy frecuente toparnos con personas esbeltas y aparentemente en forma con una expresión contraria y seria, en general con un aspecto perfectamente cuidado. Si luego surge la ocasión de compartir con este tipo de personas una comida de trabajo, desayuno, merienda, etc., notaremos que piden verdura hervida, platos ligeros, sin pasta por supuesto, y que beben rigurosamente solo agua. Además, evitan en lo posible mirarnos mientras desfrutamos de un rico plato de pasta o de una suculenta porción de asado y no podrá contener una mueca serena mientas nosotros degustamos nuestros alimentos. Estas personas sacrifican en el altar de la delgadez todo aquello que pueda parecer peligroso para el mantenimiento de dicho resultado, obligándose a continuas renuncias frente a las sensaciones placenteras.
Su obsesión se sustenta en la idea, razonable, pero llevada al extremo, de que estar delgados equivale a ser mas deseados y valorados.
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